María 5-1-2013 (7 años)
María: Papá ¿Quien ha hecho esa maceta que hay ahí?
Yo: ¿Qué maceta? Yo no veo ninguna...
María: Jo, pues esa... (indicando con el dedo)
Yo: ¡Ah...! Pero eso no es una maceta... ¡Es una maqueta!
A veces echo de menos no haber dejado por escrito cosas que ocurrieron y que fueron interesantes, entrañables, o graciosas. Un día me puse a hojear una especia de "cuaderno de bitácora" que escribíamos en los años 80 en el que describíamos las etapas que hacíamos en bici por la Sierra de Madrid y las anécdotas que nos ocurrían en ellas, y me decidí a crear este blog que me sirve para en el futuro acordarme de tiempos pasados.
miércoles, 9 de enero de 2013
Riñones pedregosos
El penúltimo día del año sentí como un objeto viajaba por mi interior dirigiéndose hacia la salida que tenía más próxima. No eran residuos alimenticios viajando por el intestino grueso, sino una piedra procedente del riñón que se dirigía hacia el exterior de la uretra.
El susodicho objeto se quedó a mitad de camino de la meada, al quedarme ya sin líquido para empujarlo. Así pasé un rato, con la esperanza de obtener en la próxima micción un recuerdo de mi interior. Pasaron unas dos horas durante las cuales estuve ingiriendo líquido para impulsar el proyectil.
Cuando ya se acercaba el momento, pensé en el señor Justino, una persona a la que nunca conocí, pero que según mi tía María, cuando intuía que algo iba a salir debido a sus problemas renales, ponía un colador entre él y el retrete para cazar el meteorito. Lo del colador lo desestimé para no tener luego que tirarlo a la basura (ya sé que podría lavarlo, pero me daba un poco de repelús), así que cogí un anticuado orinal y me dispuse a sacar el misterio a la luz.
Salió en seguida. Bastante grandecito (algo más de 5mm.), como podéis ver en la foto adjunta.
El susodicho objeto se quedó a mitad de camino de la meada, al quedarme ya sin líquido para empujarlo. Así pasé un rato, con la esperanza de obtener en la próxima micción un recuerdo de mi interior. Pasaron unas dos horas durante las cuales estuve ingiriendo líquido para impulsar el proyectil.
Cuando ya se acercaba el momento, pensé en el señor Justino, una persona a la que nunca conocí, pero que según mi tía María, cuando intuía que algo iba a salir debido a sus problemas renales, ponía un colador entre él y el retrete para cazar el meteorito. Lo del colador lo desestimé para no tener luego que tirarlo a la basura (ya sé que podría lavarlo, pero me daba un poco de repelús), así que cogí un anticuado orinal y me dispuse a sacar el misterio a la luz.
Salió en seguida. Bastante grandecito (algo más de 5mm.), como podéis ver en la foto adjunta.
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