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jueves, 6 de septiembre de 2012

Trabajadores comprometidos


"El principal activo de nuestra empresa son sus empleados"
"Buscamos el compromiso de todos vosotros con la empresa"

Todas estas frases, y muchas más, similares todas ellas, se pueden escuchar en multitud de reuniones empresariales, cenas de Navidad y acontecimientos varios que jalonan las agendas de los empleados.

Muy bonito. Pero ya sabéis que "del dicho al hecho hay mucho trecho" y queda patente en lo que os voy a contar a continuación. Por seguridad utilizaré nombres fictícios para la empresa y los empleados.

A principios del mes me fui de vacaciones y volví a finales. Al llegar, me encuentro con los saludos de rigor y las frases hechas de siempre que tanto me molestan, pero que tengo que sufrir estóicamente.

Pregunto por Aristarco (nombre ficticio) y me dicen que lo han echado hace una semana. No me lo esperaba bajo ningún concepto, y veréis por qué.

Aristarco entró hace unos cuatro meses, por lo que puede parecer lógico que sea el primero en salir. Ya sabéis que en los despidos se suele cumplir el principio de las colas LIFO (Last In First Out). Pero en este caso había una circunstancia que hacía poco probable este despido.

En Currantes Reunidos S.A. (CRSA en adelante) tenemos acuerdos con varios proveedores mediante los cuales, a cambio de disponer de personal certificado en sus productos ellos nos proporcionan descuentos adicionales que repercuten en una mejor posición respecto a la competencia.

Al principio del verano se necesitaban unas cuantas certificaciones que estaban a punto de caducar, y se buscaron unos cuantos empleados para que se examinasen y las sacasen adelante. Estos exámenes implican un determinado tiempo de dedicación, y el aprobado no es algo sencillo de obtener si no te has preparado adecuadamente.

Aristarco, junto con Arquímedes fueron  los "agraciados" que tendrían que hacer los exámenes, cinco en total cada uno, para obtener las certificaciones.

Aristarco y Arquímedes tenían que hacer un examen cada semana, pero por si la preparaación del mismo no fuera poco, también tenían que hacer su trabajo habitual, lo que implicaba trabajar o estudiar en casa después del trabajo.

Pasan las cinco semanas, y por fin, tanto Aristarco como Arquímedes aprueban el último examen: La certificación ya estaba en el bolsillo, tanto en el de CRSA, como en el de los dos empleados, ya que la certificación es personal y se puede utilizar en el Curriculum para mejorarlo de cara a obtener un buen trabajo.

Los dos estaban satisfechos después de la tensión del último mes. Ahora ya podían relajarse un poco y dedicarse "sólo" a su trabajo. Además disponían de una certificación interesante en el sector laboral de CRSA. Es más, recuerdo que tuvimos una conversación en la que hablamos de posibles despidos, y le dije a Arquímedes:
- Tú no tienes nada que temer, si te fueran a echar no te habrían asignado para la certificación.

Gran error. Un viernes de Agosto llaman a Arquímedes al despacho de RRHH para decirle que lo siente mucho pero que está despedido. Le dan las explicaciones de rigor: que si la situación de la empresa, que si la crisis... Lo de siempre.

Así que por un lado tenemos a una persona que ha estado trabajando y estudiando como un energúmeno durante cinco semanas dentro y fuera de la oficina, demostrando el famoso "compromiso con la empresa", y por el otro a una empresa que trata a sus "principales activos" como pañuelos desechables.

Se puede argumentar que cuando las cosas van mal, hay que tomar medidas desagradables, y no lo niego. Pero lo que demuestra esta historia es:
  • Una falta de visibilidad a medio/largo plazo de CRSA que dedica a un empleado durante un més a formarse para luego tirar todo ese esfuerzo a la basura, 
  • La falta de consideración para una persona que había dejado su anterior trabajo para venirse a CRSA y ahora está en el paro. Menos mal que por lo menos tiene la certificación que le ayudará a encontrar un trabajo.
  • La nula reciprocidad del compromiso: Aristarco se dejó el pellejo por sacar la certificación, pero CRSA no se deja el pellejo por nadie.

Así que mucho cuidado con creerse a pies juntillas lo del "compromiso con la empresa" porque las empresas, en general, no tiene ninguno contigo. Si vienen mal dadas, te puede tocar la lotería del despido, y no podrás argumentar a tu favor que has pasado noches en vela trabajando, o que has estado trabajando fines de semana. No. Eso no te va a salvar. Sólo se tendrá en consideración la cuenta de resultados, pero no tu compromiso con la empresa.

Así que lo mejor es no creerse estas milongas de MBA barato. Los compromisos entre empleado-empresa no existen. Lo que existe es un contrato, que es algo muy distinto.

Y por último no puedo resistirme a terminar con una frase de un antiguo compañero de trabajo:

"Yo trabajo por dinero. Si quieres fidelidad: cómprate un perro"

2 comentarios:

  1. Muy buena la frase final. Me da penita tu ex-compañero. Seguro que era joven, no había oído hablar de Demóstenes y ha pecado de exceso de confianza. No hay que fiarse de casi nadie. Ni de la empresa ni de un amigo futbolista en Los Yébenes.

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  2. Al regreso de mis vacaciones mi cometido laboral ha cambiado. Ahora soy algo así como el secretario de mi jefe (jefecillo de baja estofa, que yo, como mindundi senior, no puedo, ni quiero, optar a nada superior). Hay cierto proyecto en marcha que se supone que tiene que estar finalizado para dentro de tres semanas (lo comenzaron hace un par de meses) y se supone que yo tengo que definir el modo de certificar que lo que se ha hecho funciona correctamente. Dado que no he estado en la definición ni en el desarrollo del proyecto (ni siquiera sabía que existía), aún no sé casi nada del tema.

    Pero vayamos al grano. El mismo día que me informaron de mi cometido, se me preguntó si podría hacer “un esfuerzo” dada la cercanía de las fechas de entrega del famoso (para otros) proyecto. Mi respuesta, siempre en tono cordial, fue que, teniendo en cuenta que aún no sé lo que tengo que hacer ni cómo hacerlo, me parece absurdo quedarme cada tarde unas horas para… ¿para qué? ¿Para leer documentos sin ton ni son? ¿Para dar palmaditas a los desarrolladores y decirles “así se trabaja, muy bien, muchachos”? ¿Para presionarles y decirles que tienen que “implicarse” hasta más tarde cada día?

    Tras mi negativa a hacer “esfuerzos” gratuitos sin sentido, señalé a mi jefe mis cuartos traseros y le dije: “si crees que no soy la persona adecuada para este puesto, aquí tienes mi culo para darme una patada y largarme cuando quieras” (todo esto manteniendo el buen humor y la cordialidad). A lo que él, un tanto patidifuso por la respuesta, pero sonriente, dijo que no, que estaba seguro de que todo iría como la seda.

    Sea como fuere, es altamente probable que, cuando haya que quitar a alguien de en medio, se decanten por el contestatario antes que por el que accede a las absurdas pretensiones de los líderes sin decir ni media. O, tal vez no. Quiero creer que hay gente que prefiere trabajar con personas capaces de llevarles la contraria (razonadamente) que a papanatas que sólo saben asentir a todo con cara de haba.

    El único compromiso que yo adquiero con mi empresa (con sus cabezas visibles) es el de procurar trabajar lo mejor que pueda (cuando mis tareas están claras, cosa que no siempre ocurre) y decirles en cada momento lo que estime oportuno. Si no les vale eso, ya saben lo que tienen que hacer. Mis posaderas siguen con la diana pintada.

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