El otro día comentábamos en la máquina del café de qué forma se puede mantener contentos a los empleados sin necesidad de aumentar el sueldo. No porque un aumento de sueldo no alegre a su receptor, sino porque actualmente no creo que el horno empresarial esté para el bollo del aumento de sueldo.
Entre los cuatro pringados que estábamos allí intentando arreglar nuestra pequeña parcela del mundo laboral, surgieron dos ideas obvias y con coste cero. Tal vez por eso los líderes empresariales (directores, subdirectores, y todos aquellos que suelen ostentar orgullosos títulos de MBA o parecidos) pasan por alto por ellas y ni se las plantean. Las ideas eran las siguientes:
1.- Jornada intensiva en verano.
¿Alguien duda todavía de que el trabajo que se hace en jornada partida en verano no se puede hacer igual o mejor en un horario continuado con el incentivo adicional de irte a casa a comer y tener lo que queda de tarde libre?
Al parecer los directores, en general, no lo tienen nada claro. Deben de creer que los empleados se irán a casita a las 15:00 y que si tienen algo urgente lo dejarán colgado hasta el día siguiente.
Pues bien, eso no es así. Yo no conozco a nadie que, si tiene algo urgente que no puede esperar, lo deje sin terminar y se vaya tan tranquilo a echarse la siesta. En el funcionariado es posible que suceda, al tener el puesto garantizado de por vida, pero en la empresa privada...eso es impensable.
Y si esto sucede en un horario partido. ¿Por qué no va a seguir siendo igual con una jornada contínua? Por norma, el empleado se irá a comer a su casa, pero en caso de emergencia acabará su trabajo, en casa o en la oficina, y tendrá el aliciente de que el resto de los días se irá a casita pronto.
2.- Teletrabajo
Hoy en día, excepto los trabajos que necesitan de una actuación cara al público, casi todos se pueden hacer en remoto. ¿Por qué no se incentiva al empleado ofreciéndole que trabaje, por ejemplo, dos tardes a la semana desde su casa? Haría el mismo trabajo, y además representaría para él comer en casa y atender a otras necesidades que pudieran surgir, amén de organizar su tiempo como quisiera. Eso sí, con la condición de tener su trabajo a tiempo.
¿No nos están vendiendo la burra del trabajo por objetivos? Pues venga, que empiecen a ponerlo en práctica. Porque parece que eso del trabajo por objetivos se traduce en lo siguiente:
- Si tienes que acabar algún trabajo urgente, entonces te quedas hasta que lo acabas.
- Si tienes un día tranquilo sin casi trabajo, entonces te quedas en la oficina calentando el asiento, pero que no se te ocurra irte a casa.
¿No me digáis que las ideas anteriores no son de sentido común? A mi me da en la nariz que una de las causas por las que estas ideas no se ponen en práctica es porque a los directivos les gusta estar rodeados de subordinados. ¿Hasta ese punto tienen problemas de seguridad en sí mismos que necesitan sentirse superiores en todo momento?
¿No enseñan en los MBAs algo de psicología? Porque desde luego, parece que no saben lo que les gusta a las personas. Tal vez sea que, como muchos de ellos no tienen vida propia fuera del trabajo, creen que para el resto ha de ser igual.
Si pusieran en práctica los consejos de muchos de sus empleados pringaos (entre los que me cuento) todo iría mucho mejor para ellos y para nosotros. Pero parece que cualquier cambio que no implique la disconformidad del empleado no se tiene en cuenta.