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lunes, 7 de mayo de 2012

Padres en apuros.


Desde el principio de los tiempos el hombre siempre ha intentado encontrar los métodos más variados para hacer su vida más sencilla.Desde los cuchillos de sílex para no tener que cortar la carne a dentelladas, hasta los coches que conducen sólos, pasando por la rueda. El sábado pasado fui testigo de un ejemplo de inventiva sin precedentes, digna de constar en los anales (y nunca mejor dicho) de la historia de los inventos.

Como todos los inventos, éste ha surgido de una necesidad que a muchos nos ha surgido alguna vez. Pongámonos en situación:
Un padre (o madre) que saca a pasear a su hijo pequeño que todavía no anda y ha de ser acarreado en brazos o en un cochecito. De repente hace su aparición la necesidad natural de excretar en estado sólido. Las alternativas son las siguientes:

  • Meter el carrito al retrete público, y proceder a la evacuación intestinal. No es posible. Normalmente estos habitáculos (nombre muy apropiado) no son muy grandes.
  • Extraer a la criatura del carro y evacuar con él en brazos. Hasta aquí es posible, pero después hay que limpiar, y habría que ser un gran malabarista para sujetar al niño con un brazo y con el otro cortar, doblar y restregar el papel por el ojete.Tampoco es posible.
  • Dejar al niño en el carrito fuera del habitáculo y evacuar con la puerta abierta. A todos nos gusta tener intimidad en ese momento. Opción no válida.
  • Dejar al niño en el carrito fuera del habitáculo y evacuar con la puerta cerrada. No es posible por seguridad. Al acabar podríamos encontrarnos con que el niño no está, y con una demanda por negligencia en el cuidado de un menor.

Pues bien. El invento en cuestión consiste en ¡una sillita de bebé colgada del pared del váter! No, no es broma. Adjunto una foto sacada por mí en los servicios del centro comercial de Montecarmelo.
El invento del siglo. Arriba a la izquierda puede verse la sillita para el niño.
Por supuesto, la sillita tiene su arnés para sujetar a la criatura y que no caiga al suelo de cabeza. Está todo pensado... Sólo me queda por mostrar mi admiración por el inventor de este sistema, que supondrá una mejora en la "calidad de vida" de los padres.

jueves, 3 de mayo de 2012

Subiendo, bajando y pasando frío.


(1) Canchal al borde del camino.
(2) El camino hacia la Morcuera.
Hoy, para celebrar el 2 de Mayo he cogido la bici, la he metido en el coche y me la he llevado al inicio del camino que hay enfrente de la gasolinera entre Soto y Miraflores. Me encontraba con ánimos de subir de nuevo a la Morcuera, y desde allí recorrer otros caminos por los que nunca había ido.

A pesar del día nublado y del frío, la subida a la Morcuera por el camino me ha gustado más que nunca. Hoy se oía el agua correr por todos lados, los arroyos que había al borde del camino llevaban más agua que nunca, y el embalse de Miraflores estaba lleno hasta arriba. 

(3) Uno de los múltiples riachuelos a lo largo del camino
hacia la Morcuera.
Me he encontrado nada más empezar a subir por el camino que lleva a la Morcuera a un grupo de ciclistas. Al poco tiempo me han pasado y me he quedado atrás. Cada vez me alegro más de no ser competitivo y de que me importe un bledo ser el primero o el último. Se han parado a la mitad del puerto porque cogían un desvío (a lo mejor por eso iban tan rápido). Yo he seguido a mi ritmo hasta arriba del puerto.

(4) Vista de Alameda del Valle desde el camino de bajada.
Una vez arriba tenía que coger un camino que me llevaría hasta Alameda del Valle. Es un camino cuesta abajo. Sólo al principio hay unos dos kilómetros de cuesta arriba leve, por lo que pensaba que ese descanso me recuperaría para la posterior subida que me llevaría de nuevo a la Morcuera, esta vez desde la vertiente norte. Gran error.
(5) Vista panorámica con el camino serpenteando.
El camino de bajada era mejor de lo que yo esperaba. Tenía algunas rampas bastante empinadas, pero como iba cuesta abajo...¿a quien le importaba?

Me he detenido a sacar una foto en la que se veía Alameda del Valle entre las montañas. Lástima que estuviera nublado. No ha quedado muy bien. Más adelante había un mirador desde el que se veía El Paular, Rascafría, Oteruelo, Alameda y algunos pueblos más que no sé cómo se llaman. Desde allí se veía mucho más abajo el camino por el que habría de pasar más adelante (Foto 5).

Antes de llegar a Alameda del Valle he visto un cartel que indicaba un camino hacia el Puente del Perdón y la Ermita de Santa Ana. Con la idea de atajar, he empezado a seguir el camino, y al llegar a la ermita el camino desaparecía. Así que vuelta atrás,
(6) Ermita de Santa Ana.
no sin antes sacar unas fotos para la posteridad (fotos 6 y 7). La ermita estaba cerrada, me imagino que la abrirán sólo en las fiestas del pueblo (Alameda del Valle) para evitar que actúen los vándalos.

(7) Vacas cerca de la Ermita.
Después he llegado a Alameda del Valle y me ha sorprendido la anchura que allí tiene el río Lozoya (Foto 8).

He seguido por un camino muy curioso que une Oteruelo, Alameda y Rascafría. Hay agua que discurre a la puerta de las casas, y tienen unos puentecitos para acceder a ellas. Merece la pena recorrerlo. No he hecho fotos. La próxima vez será.
(8) Rio Lozoya a su paso por Alameda del Valle.
Después de pasar por Rascafría, he llegado hasta el Puente del Perdón. Había bastante gente pasando el día, y aprovechando el sol que salía a ratos. Como cualquier turista en chancletas, me he puesto a sacar unas fotos (9).
(9) El Paular desde el Puente del Perdón.
(10) Una de las Presillas.
(11) Pradera de las Presillas.

Después he parado en las Presillas, unas piscinas hechas en el cauce del río, que están bastante bien. Tienen una buena pradera y un merendero. Me imagino que en verano estará lleno hasta arriba. he continuado hacia la última etapa de mi recorrido ya "sólo" me quedaba subir hasta la Morcuera y desde allí dejarme caer hasta Soto del Real, en donde tenía el coche. La subida ha sido un suplicio. Los 12 primeros kilómetros han ido bien, pero después han empezado a dolerme las piernas y he tenido que desmontar unas cuantas veces. Al final estaba tan cansado que he recorrido andando cerca de dos kilómetros. Y eso que la subida no tenía tanta inclinación como la anterior subida...

Así que me he quedado con la espina clavada de no haber subido de una tirada este tramo. La próxima vez, ya conociendo el camino, creo que no habrá problemas.

La bajada hacia dónde he dejado el coche la he hecho por la carretera. Sólo quería llegar cuanto antes, y no tener que dar ni una pedalada más. En lo alto de la Morcuera soplaba un viento fortísimo que a veces movía la bicicleta. El caso me lo empujaba de la cabeza, y he tenido que comprobar que llevaba la correa puesta por temor a que se lo llevase el viento.

Por fin he llegado al coche, y al sentarme cómodamente en el coche me he sentido por fin descansado y satisfecho.

El recorrido completo en: http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=2787809