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viernes, 2 de noviembre de 2012

De espárragos y mofetas.










Hace ya un tiempo noté que a veces, al orinar, la orina olía especialmente mal. Después de varias ocasiones en que lo noté, por fin descubrí el denominador común: había comido espárragos. Busqué si había alguna relación entre el meado apestoso y la ingesta de espárragos, y efectivamente que la hay.
Los espárragos tienen una sustancia, el ácido asparagúsico, que cuando nuestro cuerpo lo metaboliza produce una sustancia de desecho llamada metanetiol, que es muy parecida a la esencia de mofeta.

El ácido asparagúsico se metaboliza rápidamente, por eso cuando vamos a mear justo después de haber comido espárragos, el pis ya huele que apesta. Lógico. ¡Si estamos expulsando algo parecido a esencia de mofeta!

domingo, 28 de octubre de 2012

En bici por el Alto Tajo.


No conocía esta zona, y gracias a un compañero del trabajo la descubrí ayer. Salimos pronto, a las 8 de la mañana con las bicis cargadas en el coche rumbo a Buenafuente del Sistal, a 180 km. de Madrid. Fuimos por la carretera de Barcelona hasta Alcolea del Pinar y desde allí tomamos carreteras secundarias. Nada más abandonar la autovía empezaron a aparecer lugares pintorescos, dignos de postal. Y todavía nos quedaban unos cuantos kilómetros hasta nuestro punto de partida de la ruta ciclista.

Por fin llegamos a Buenafuente. Dejamos el coche en un aparcamiento del pueblo (muy pequeño, pero éramos los únicos que lo utilizaban), sacamos las bicis y nos pusimos en marcha.
Foto (1). Desde el aparcamiento de Buenafuente.
Al poco de empezar a pedalear, y antes de comenzar la primera ascensión por un camino bastante malo en comparación con la mayoría de los caminos de la ruta, nos paramos en la Ermita de la Virgen de los Santos.
Es muy pequeña y está en mitad de la montaña.

Foto (2). Ermita de la Virgen de los Santos.
Comenzamos la subida, y según subíamos, se veía cada vez una extensión más grande de las montañas circundantes. Es una lástima que el día estuviera cubierto, porque las fotos habrían quedado mucho mejor en un día soleado.
Foto (3). Vista panorámica.
Por fin, 3 km. después de la parada en la ermita, llegamos hasta arriba. El camino ahora es mucho mejor durante un rato hasta que lo dejamos y nos metemos por un sendero en el que a menudo hay que bajarse de la bici. Este sendero nos lleva hasta el río Tajo a su paso por el puente de Tagüenza. El paisaje es espectacular: el río Tajo pasa encajonado entre cortados de roca, y desde el puente se puede apreciar la limpieza del agua y la profundidad en algunos tramos. un lugar perfecto para pasar el día y libre de domingueros indeseables, ya que sólo se puede llegar andando desde el pueblo más cercano (Huertapelayo) que está a unos 4 km. de allí. El baño en esta zona está complicado. No sé si habrá algún camino que descienda hasta el río. Nosotros lo lo vimos.
Foto (4). Rio Tajo a su paso por el puente de Tagüenza.
Después de contemplar el paisaje, seguimos avanzando. Esta vez por un estrecho camino que iba hacia arriba y que era casi imposible de transitar sobre dos ruedas, así que lo hicimos empujando las bicis. Unos 2 km. más tarde llegamos a una pista ancha. A partir de ahora todo el trayecto iba a ser por buenos caminos.

Antes de llegar a Huertapelayo nos paramos a sacar unas fotos. Una del Tajo, y otra del cementerio de Huertapelayo.
Foto (5). Río Tajo.
Foto (6). Cementerio de Huertapelayo
Llegamos a Huertapelayo y fuimos a la Plaza del Ayuntamiento a coger agua de la fuente. Al salir de allí paramos en la otra entrada/salida del pueblo, que es muy peculiar. Es una pared de roca que impide la entrada al pueblo por el valle. En la roca hay un túnel excavado. En la siguiente foto se puede ver.
Foto (7). Túnel de entrada a Huertapelayo.
Después de fotografiar el túnel continuamos hacia Zaorejas por una carretera por la que apenas circulaban coches. En los 10 km. de la carretera que nos llevaba hasta la CM-2015 a penas pasaron cuatro coches. En los 6 primeros km. de esta carretera se salva un desnivel de 300 metros. No es que sea una barbaridad, pero a mí ya me estaban doliendo las piernas. Bien por la falta de costumbre o por los 2 km. empujando la bici, el caso es que sólo de pensar en la distancia que nos quedaba hasta llegar de nuevo hasta el coche se me ponían los pelos de punta. Tuve que poner el "molinillo" en algunos repechos y dejar de pensar, mi único objetivo era la pedalada siguiente. Y así, poco a poco, llegamos a la cota más alta de la ruta. Llevábamos 24 km. y nos faltaban 28.

Comenzó a llover. No mucho, pero suficiente para tener que ponernos el chubasquero. Aunque era un fastidio, por lo menos serviría para que las bicis se limpiasen un poco del barro que habían cogido en los primeros kilómetros. Aproveché también para comer algo porque no veía muy claro lo que quedaba por delante.

Llegamos a la carretera CM-2015. Una carretera ancha de las que imponen porque piensas que seguro que tiene mucho tránsito. Nada de eso. En el tramo ancho hasta Zaorejas (4 km.) sólo pasaron dos coches.

Llegamos a Zaorejas y paramos en una fuente a la entrada del pueblo. Bebimos agua y yo comí algo más porque si no, no sabía cómo iba a subir lo que faltaba. Ahora teníamos que bajar de nuevo hasta el Tajo, en una cota de unos 300 metros por debajo de dónde estábamos, para después volver a subir otra vez. No quería ni pensarlo...

Retomamos la carretera. Ahora era más estrecha y no era tan buena, pero la ausencia de coches seguía siendo la misma. Empezamos a bajar. La lluvia todavía seguía, aunque un poco menos que antes. Con la velocidad de la bajada el frío se notaba más. Yo sólo esperaba reponer algo de fuerzas durante la bajada para poder superar lo que faltaba.

Antes de que terminase la cuesta abajo pasamos por un cañón muy bonito al que saqué las foto siguientes. En la segunda se pueden ver paredes de roca con, incluso una especie de túnel natural.

Foto (8). Cañón.
Foto (9). Cañón. Foto mirando hacia atrás.

Proseguimos hasta llegar al Puente de San Pedro. Un lugar muy curioso en el que había un remanso en el río Tajo que era perfecto para un baño en un día un poco más caluroso. El problema, me imagino, es que al ser accesible en coche se llenará de domingueros guarros. Por eso tal vez, alguien ha puesto un cartel con un "PROHIBIDO CAGAR". Como se puede ver en una de las dos fotos siguientes.
Foto (10). Río Tajo.
Foto (11). Prohibido cagar.
Después de comentar la idoneidad del cartelito volvimos a pedalear. Ahora se acercaba el momento de la verdad: ¿me habría repuesto del cansancio anterior?

Un kilómetro después de la parada del "Prohibido cagar" salía una carreterita a la izquierda que nos llevaría hasta Villar de Cobeta. La carretera nos daba la bienvenida con un cartel que nos avisaba de que la velocidad máxima era de 30 km/h y de que había pendientes del 15%. El primer aviso no nos afectaba. No pensábamos ir a más de 30 km/h, entre otras cosas porque era imposible. Pero el segundo me asustó un poco.

Empezamos a subir, y a pesar del esfuerzo, se me hizo mucho más fácil de lo que pensaba. Tal vez fuera porque el paisaje entretenía mucho y te olvidabas de lo que te quedaba por delante. También era por otra cosa, pero eso lo descubrí al final...
Foto (12). De nuevo el Tajo. Desde la carretera hacia Villar de Cobeta.
El aviso de las cuestas del 15% era por los tramos finales. Ya casi llegando a la cima los repechos eran considerables. Otra vez puse "molinillo". Yo no sabía si era la pendiente o era yo, el caso es que me tuve que poner en modo "autómata" y ponerme a pedalear lentamente como si fuera un burro atado a la noria.

Por fín llegamos a la cima. Hicimos una parada y yo, al parar y poner pie a tierra, noté como se me agarrotaba el muslo izquierdo. No me podía quitar la bici de entre las piernas porque si levantaba la pierna derecha también se me iba a agarrotar y me iría al suelo. Así que, en un alarde de astucia,  fui abriendo las piernas hasta dejar la bici en el suelo para poder desprenderme de ella y poder estirarme un poco. Al momento ya estaba mucho mejor y pude seguir.

Desde allí a Villar de Cobeta había unos 2 km. que eran cuesta abajo. Perfecto: unos escasos minutos de descanso. Paramos en el pueblo a beber agua. No había ni un alma, aunque sí había algún que otro coche, por lo que me imagino que los pocos habitantes del pueblo estarían en sus casas.

¡Ya sólo faltaban 6 km.! Mi compañero no se acordaba muy bien de como era el camino restante. Sólo sabía que el tramo final antes de llegar hasta Buenafuente era cuesta abajo. Empezamos a pedalear por un llano que al poco se convirtió en cuesta abajo con curvas. La carretera era como las otras, de asfalto sencillo y sin coches. Una piedra salió despedida la pisarla de lado con la rueda de la bici y chocó con el quitamiedos provocando un ¡CLONC! que no sorprendió a los dos. Menos mal que íbamos en fila, porque si no, le podía haber dado a la otra bici.

Y como todo lo bueno se acaba, se acabó la cuesta abajo. Ante nosotros el último kilómetro y medio de subida y luego... cuesta abajo hasta el coche. Subí como puede, porque ya estaba en las últimas, y al llegar arriba ya se podía ver allí abajo el Monasterio y el pueblo de Buenafuente. Ya estaba hecho. 

Nos dejamos caer cuesta abajo hasta el aparcamiento, y empezamos a meter las bicis en el coche. Eran las 16:30 aproximadamente. No habíamos comido y tampoco es que estuviéramos hambrientos. Ahora nos quedaban por delante casi dos horas de carretera, pero esta vez cómodamente sentados en el coche, con tres pedales en vez de dos...

La ruta está en:





domingo, 16 de septiembre de 2012

Sierra de Hoyo de Manzanares y Peñaliendre

Hoy he salido de casa antes de amanecer con mi bici en la parte trasera del coche. Tenía pensado subir a La Silla del Diablo, que está en la pequeña sierra que hay entre medias de Villalba, Hoyo de Manzanares, Moralzarzal y Cerceda. 

Desde la primera vez que estuve en bici por allí, con mi hermano y unos amigos en bicis BH de paseo, he sentido curiosidad por ver qué había en esas montañitas. Aquella vez,hace más de 30 años, nuestra meta era llegar a Madrid atravesando El Pardo. En un mapa que teníamos del Instituto Geográfico aparecía una carretera que llegaba desde El Pardo hasta un lugar entre Torrelodones y Hoyo de Manzanares. Nuestra desilusión fue grande cuando vimos, después de pasar por Torrelodones, que esa carretera estaba cerrada al público. Entonces no había Internet, ni foros en los que enterarse de rutas en bici, así que íbamos un poco a la aventura. Hace poco me enteré de que Franco ordenó construir una carretera que iba directa desde El Pardo hacia Torrelodones, me imagino que para ir al palacio del Canto del Pico. Seguro que era esa carretera que queríamos coger. Después de esta disquisición de Abuelo Cebolleta, voy al grano.

Después de mirar en internet rutas que llevasen a la Silla del Diablo, por fin me decidí a ir hasta allí. Miré las fotos de satélite para ver si los caminos que llevan hasta allí estaban bien marcados, lo que suele ser indicativo de un camino en buenas condiciones (aunque no siempre). Me decidí por subir por el camino que estaba menos "marcado" en las fotos de satélite: pensé que tal vez tuviera que ir a pie en algunos tramos. Error. Desde que he iniciado el tramo que se dirigía hacia la Silla, he tenido que ir andando. El camino no es ciclable en absoluto. Hay tramos que el agua ha erosionado y vas caminando por un surco estrecho, en algunas partes de 1 metro de profundidad. Al final no he subido hasta la Silla, sino hasta el mirador de la Casa de Peñaliendre. Una vez allí, después del infierno de subida, estaba ya más animado pensando que el camino de bajada sería mejor, ya que en las fotos se veía claramente perfilado, y más ancho que el otro. Sí, el camino era más ancho, también era mejor... pero era una mierda infecta. En gran cantidad de tramos he tenido que desmontar porque veía que me iba a tropezar con los pedrolos e irme al suelo. Conclusión: los dos tramos hacia la Silla del Diablo no pienso volver a hacerlos en bici nunca más. Tal vez andando. Lo que sería de agradecer es que la gente que comparte rutas en internet, aclare si los caminos son buenos o son una castaña, y así los pringados como yo no nos encontraríamos con sorpresas.

A continuación, dos fotos: una de un agujero grande y curioso que había en el camino de subida hacia el mirador, y la otra la vista desde el mirador (fotos 1 y 2).
Foto 1: Agujero.
Foto 2: Desde el mirador de la Casa de Peñaliendre.
El resto del camino no estaba mal. El primer tramo desde el Puente Romano, en dónde dejé el coche hasta Hoyo de Manzanares discurre primero por un camino que es el Cordel de Cantalojas, y luego por la carretera de Colmenar a Hoyo de Manzanares. En el Cordel de Cantalojas me he parado para sacar unas fotos. La Maliciosa y el Yelmo aparecían un poco rojizos por la luz del amanecer (ver fotos 3 y 4).
Foto 3: La Maliciosa.

Foto 4. El Yelmo.
He pasado al lado de la Academia de Ingenieros dónde estuve tres meses en el año 1988 y después me he metido por el pueblo siguiendo el GPS hasta enlazar con el camino que bordea la Sierra de Hoyo de Manzanares. Poco antes de dejar el asfalto he fotografiado las dos peñas que se ven desde el pueblo: el Picazo y la peña Alonso (Ver foto 5)

Foto 5: El Picazo y peña Alonso.
Después de pasar la odisea hasta llegar y volver del mirador de la Casa de Peñaliendre que ya he comentado al principio, continúo el camino hacia Villalba. Una vez pasada una urbanización de Villalba que en los mapas aparece como Fontenebro, se coge una vía pecuaria muy ancha y en muy buenas condiciones. Al llegar a un camping que hay en Moralzarzal (que no sabía ni que existía) se puede seguir por abajo, o seguir la vía pecuaria que sube por la montaña. He escogido esta segunda opción y he pasado por un mirador con unas buenas vistas (ver foto 6).

Foto 6: Desde el mirador de Moralzarzal.
Desde allí ya ha sido cuesta abajo o llano hasta llegar a la carretera de Cerceda a Colmenar, que he atravesado por un túnel para pasar al otro lado y rodar el último tramo del recorrido. Este camino enlaza con el tramo del Camino de Santiago que, en sentido contrario me llevaría hasta el coche para irme a casita.


miércoles, 12 de septiembre de 2012

Un poco de educación, por favor...


Hoy en Currantes Reunidos S.A. ha sucedido algo que  no por ser habitual es menos hiriente. Me refiero a la falta de consideración por parte de ciertas personas.

Todo ha sucedido como cuento a continuación, Por supuesto, los nombres son fictícios.

Mi compañera Genoveva nos dice que no puede ir a comer con nosotros porque el jefe la ha citado a una reunión a las 13:00. Son las 13:30, pero ella todavía tiene esperanzas de que la reunión tenga lugar.

Nos vamos a comer, y a la vuelta, Genoveva nos cuenta que no ha habido reunión. Concretamente, lo que ha pasado es lo siguiente:

El jefe ha llegado a las 13:30 y se ha puesto ha hablar con otro jefe. A las 14:00 le ha dicho a Genoveva que la reunión se cancelaba hasta nueva orden.

O sea, que no sólo hace esperar a la gente, sino que además, en vez de avisar nada más llegar, no dice nada y al final, como no le viene bien, va y cancela la reunión.

Todo un ejemplo a seguir. Seguramente también lo aprendió en el MBA...

sábado, 8 de septiembre de 2012

Demóstenes, la juventud y la situación actual

El otro día estaba en la oficina y surgió el tema de la tartamudez. Aproveché la situación para sorprender a mis compañeros, todos ellos más jóvenes que yo con la anécdota de Demóstenes, que siendo tartamudo, llegó a ser uno de los más grandes oradores de la historia. Lo que más les llamó la atención fue lo de meterse piedrecitas en la boca al hablar para superar la tartamudez.

Ni siquiera les sonaba el nombre de Demóstenes. Hice una nueva intentona diciéndoles que si no se acordaban de Demóstenes el gato de la pandilla de Don Gato, que se llamaba así precisamente por ser tartamudo. Pero ellos no habían nacido cuando ponían Don Gato en la tele, así que ni por esas.

Yo, reconozco que lo sé porque me lo contó mi padre siendo pequeño. Pero lo mismo que este episodio de Demóstenes, me ha ocurrido muchas otras veces. Se nota en la juventud una indiferencia absoluta hacia el conocimiento. No tienen ninguna inquietud por saber, nada les interesa. Yo por si acaso, intento poner mi grano de arena con mis hijos contándoles cosas curiosas para despertar en ellos el gusto por saber cosas nuevas.

La verdad es que soy bastante pesimista. Cada día que pasa me voy afirmando en mi creencia de que las nuevas generaciones sólo están interesadas por el WhatsApp y todas estas historias que les permiten comunicarse entre sí pero sin que esta comunicación les aporte nada nuevo. Parece que no valoran la "Sociedad de la Información" nada más que para enviar emoticones y trivialidades similares.

El otro día pensaba que qué diferente habría sido mi niñez si hubiera tenido internet y Google para hacer los trabajos del cole. Cuando te decían que tenías que hacer un trabajo, por ejemplo sobre los egipcios, tenías que encontrar a alguien que tuviera una enciclopedia para sacar de allí la información. A veces era complicado encontrar lo que necesitabas. Ahora en cambio, lo buscas en internet y no sólo encuentras muchísima información, sino que a veces hasta encuentras versiones diferentes sobre un mismo tema...

En fin, que me estoy volviendo como mi padre. Cuando no nos gustaba algo de comer nos decía (y todavía lo dice) "¡Hambre teníais que pasar...!". Yo ahora les diría a todos estos pipiolos: "¡Sin internet ni 3G teníais que estar...!" No hay nada mejor para valorar lo que tienes, que perderlo.

Y como colofón, un extracto de la Tercera Filípica de Demóstenes (contra Filipo II de Macedonia). Lo pongo a continuación porque creo que Demóstenes podría decírselo hoy mismo a nuestros políticos aunque hayan pasado casi 2400 años.

...Y aunque las cosas están muy mal y es mucho lo que se ha perdido, sin embargo, es todavía posible poner remedio a todo esto con tal de que os dispongáis a actuar como es debido. Tal vez parezca paradójico lo que voy a deciros, pero es cierto. Lo peor de lo ocurrido es también lo más ventajoso para el porvenir. ¿Qué es ello? Que la situación es grave porque no habéis cumplido ni poco ni mucho con vuestra obligación; pues si lo fuese después de haber hecho vosotros todo lo necesario, no habría esperanzas de que llegase a mejorar. En realidad son vuestras desidia e incuria las que han sido derrotados por Filipo, que a la ciudad no la ha derrotado. No; vosotros no estáis vencidos, ni siquiera os habéis movido...

El porqué de la palabra filípica lo podéis ver en (http://es.wikipedia.org/wiki/Fil%C3%ADpica)

jueves, 6 de septiembre de 2012

Trabajadores comprometidos


"El principal activo de nuestra empresa son sus empleados"
"Buscamos el compromiso de todos vosotros con la empresa"

Todas estas frases, y muchas más, similares todas ellas, se pueden escuchar en multitud de reuniones empresariales, cenas de Navidad y acontecimientos varios que jalonan las agendas de los empleados.

Muy bonito. Pero ya sabéis que "del dicho al hecho hay mucho trecho" y queda patente en lo que os voy a contar a continuación. Por seguridad utilizaré nombres fictícios para la empresa y los empleados.

A principios del mes me fui de vacaciones y volví a finales. Al llegar, me encuentro con los saludos de rigor y las frases hechas de siempre que tanto me molestan, pero que tengo que sufrir estóicamente.

Pregunto por Aristarco (nombre ficticio) y me dicen que lo han echado hace una semana. No me lo esperaba bajo ningún concepto, y veréis por qué.

Aristarco entró hace unos cuatro meses, por lo que puede parecer lógico que sea el primero en salir. Ya sabéis que en los despidos se suele cumplir el principio de las colas LIFO (Last In First Out). Pero en este caso había una circunstancia que hacía poco probable este despido.

En Currantes Reunidos S.A. (CRSA en adelante) tenemos acuerdos con varios proveedores mediante los cuales, a cambio de disponer de personal certificado en sus productos ellos nos proporcionan descuentos adicionales que repercuten en una mejor posición respecto a la competencia.

Al principio del verano se necesitaban unas cuantas certificaciones que estaban a punto de caducar, y se buscaron unos cuantos empleados para que se examinasen y las sacasen adelante. Estos exámenes implican un determinado tiempo de dedicación, y el aprobado no es algo sencillo de obtener si no te has preparado adecuadamente.

Aristarco, junto con Arquímedes fueron  los "agraciados" que tendrían que hacer los exámenes, cinco en total cada uno, para obtener las certificaciones.

Aristarco y Arquímedes tenían que hacer un examen cada semana, pero por si la preparaación del mismo no fuera poco, también tenían que hacer su trabajo habitual, lo que implicaba trabajar o estudiar en casa después del trabajo.

Pasan las cinco semanas, y por fin, tanto Aristarco como Arquímedes aprueban el último examen: La certificación ya estaba en el bolsillo, tanto en el de CRSA, como en el de los dos empleados, ya que la certificación es personal y se puede utilizar en el Curriculum para mejorarlo de cara a obtener un buen trabajo.

Los dos estaban satisfechos después de la tensión del último mes. Ahora ya podían relajarse un poco y dedicarse "sólo" a su trabajo. Además disponían de una certificación interesante en el sector laboral de CRSA. Es más, recuerdo que tuvimos una conversación en la que hablamos de posibles despidos, y le dije a Arquímedes:
- Tú no tienes nada que temer, si te fueran a echar no te habrían asignado para la certificación.

Gran error. Un viernes de Agosto llaman a Arquímedes al despacho de RRHH para decirle que lo siente mucho pero que está despedido. Le dan las explicaciones de rigor: que si la situación de la empresa, que si la crisis... Lo de siempre.

Así que por un lado tenemos a una persona que ha estado trabajando y estudiando como un energúmeno durante cinco semanas dentro y fuera de la oficina, demostrando el famoso "compromiso con la empresa", y por el otro a una empresa que trata a sus "principales activos" como pañuelos desechables.

Se puede argumentar que cuando las cosas van mal, hay que tomar medidas desagradables, y no lo niego. Pero lo que demuestra esta historia es:
  • Una falta de visibilidad a medio/largo plazo de CRSA que dedica a un empleado durante un més a formarse para luego tirar todo ese esfuerzo a la basura, 
  • La falta de consideración para una persona que había dejado su anterior trabajo para venirse a CRSA y ahora está en el paro. Menos mal que por lo menos tiene la certificación que le ayudará a encontrar un trabajo.
  • La nula reciprocidad del compromiso: Aristarco se dejó el pellejo por sacar la certificación, pero CRSA no se deja el pellejo por nadie.

Así que mucho cuidado con creerse a pies juntillas lo del "compromiso con la empresa" porque las empresas, en general, no tiene ninguno contigo. Si vienen mal dadas, te puede tocar la lotería del despido, y no podrás argumentar a tu favor que has pasado noches en vela trabajando, o que has estado trabajando fines de semana. No. Eso no te va a salvar. Sólo se tendrá en consideración la cuenta de resultados, pero no tu compromiso con la empresa.

Así que lo mejor es no creerse estas milongas de MBA barato. Los compromisos entre empleado-empresa no existen. Lo que existe es un contrato, que es algo muy distinto.

Y por último no puedo resistirme a terminar con una frase de un antiguo compañero de trabajo:

"Yo trabajo por dinero. Si quieres fidelidad: cómprate un perro"

sábado, 25 de agosto de 2012

Por la Casa de Campo. Puente de La Culebra.

Hoy he salido a dar una vuelta en bici por la Casa de Campo. Me he decidido por seguir la tapia que bordea todo el recinto. Nunca había ido por allí, y hoy me he dado cuenta de lo grande que es.

He descubierto un sitio muy curioso. Se trata de un pequeño embalse en el arroyo Meaques en el que hay patos, y sobre el que hay un puente construido por Sabatini (el de los jardines del Palacio Real). Este puente tiene forma sinuosa, y por ello se llama Puente de La Culebra (ver fotos 1 y 2). Al lado hay unos restos de un bunker de la Guerra Civil (ver foto 3). Parece ser que los tiros no le afectaron al puente, porque está en muy buen estado.

Recuerdo cuando tenía unos 10 años e íbamos unos cuantos amigos del cole a recoger balas de la guerra a la Casa de Campo. Encontramos unas cuantas, además de un alijo de botellas de vino en una cuevecilla que nos repartimos y nos llevamos cada uno a casa ( no nos las bebimos nosotros). La semana siguiente, uno del grupo volvió por allí y vio a unos pobres jubilados quejándose de que alguien les había birlado la bebida...

Ahora pienso que ni en broma dejaría a mis hijos ir sólos a la Casa de Campo. Eran otros tiempos. Tal vez ocurrieran las mismas desgracias que ahora, pero no nos enterábamos, o realmente es que el mundo era más seguro... Quien sabe.

La ruta en bici, en la que están señalizados el Puente de la Culebra y los restos del búnker está en:
Puente de La Culebra (1)

Puente de La Culebra (2)

Restos de búnker (3)



domingo, 19 de agosto de 2012

¡Putos fumadores!

Siento la rudeza del término, pero es lo más suave que puedo decir. Pensaba que con la ley de ZP contra el tabaco las cosas mejorarían, y lo han hecho de forma sustancial, pero por lo que se ve, los fumadores siguen siendo privilegiados frente a los no fumadores.

Antes, cuando se permitía fumar en cualquier lado, la única escapatoria posible que teníamos los no fumadores era ponernos en las terrazas de los bares o restaurantes para así, evitar todo lo posible el pestazo de los fumadores, si bien es verdad, que podía tocarte algún fumador al lado que te fastidiaba. Ahora es al revés. Si te pones en una terracita tan ricamente a pasar un rato mientras te tomas un refresco, como es el único sitio en el que se puede fumar, la probabilidad de que te toque al lado un fumador es muy próxima a 1.  Y lo triste es que están en su derecho, ya que está al aire libre. Así que ahora, las terrazas son los reductos de los fumadores, y aunque haga un día fetén para estar al aire libre, amigos no fumadores, olvidadlo: tenemos que tomarnos la coca-cola dentro. Los señoritos de siempre, que para colmo se hacen los mártires, tiene el derecho a amargarnos la existencia al aire libre.

¿Para cuando la prohibición TOTAL del tabaco en sitios públicos, sean estos abiertos o cerrados?

miércoles, 6 de junio de 2012

¿Cultura de empresa?


El otro día comentábamos en la máquina del café de qué forma se puede mantener contentos a los empleados sin necesidad de aumentar el sueldo. No porque un aumento de sueldo no alegre a su receptor, sino porque actualmente no creo que el horno empresarial esté para el bollo del aumento de sueldo.



Entre los cuatro pringados que estábamos allí intentando arreglar nuestra pequeña parcela del mundo laboral, surgieron dos ideas obvias y con coste cero. Tal vez por eso los líderes empresariales (directores, subdirectores, y todos aquellos que suelen ostentar orgullosos títulos de MBA o parecidos) pasan por alto por ellas y ni se las plantean. Las ideas eran las siguientes:



1.- Jornada intensiva en verano.


¿Alguien duda todavía de que el trabajo que se hace en jornada partida en verano no se puede hacer igual o mejor en un horario continuado con el incentivo adicional de irte a casa a comer y tener lo que queda de tarde libre?



Al parecer los directores, en general, no lo tienen nada claro. Deben de creer que los empleados se irán a casita a las 15:00 y que si tienen algo urgente lo dejarán colgado hasta el día siguiente.



Pues bien, eso no es así. Yo no conozco a nadie que, si tiene algo urgente que no puede esperar, lo deje sin terminar y se vaya  tan tranquilo a echarse la siesta. En el funcionariado es posible que suceda, al tener el puesto garantizado de por vida, pero en la empresa privada...eso es impensable.



Y si esto sucede en un horario partido. ¿Por qué no va a seguir siendo igual con una jornada contínua? Por norma, el empleado se irá a comer a su casa, pero en caso de emergencia acabará su trabajo, en casa o en la oficina, y tendrá el aliciente de que el resto de los días se irá a casita pronto.

2.- Teletrabajo
Hoy en día, excepto los trabajos que necesitan de una actuación cara al público, casi todos se pueden hacer en remoto. ¿Por qué no se incentiva al empleado ofreciéndole que trabaje, por ejemplo, dos tardes a la semana desde su casa? Haría el mismo trabajo, y además representaría para él comer en casa y atender a otras necesidades que pudieran surgir, amén de organizar su tiempo como quisiera. Eso sí, con la condición de tener su trabajo a tiempo.

¿No nos están vendiendo la burra del trabajo por objetivos? Pues venga, que empiecen a ponerlo en práctica. Porque parece que eso del trabajo por objetivos se traduce en lo siguiente:
  • Si tienes que acabar algún trabajo urgente, entonces te quedas hasta que lo acabas.
  • Si tienes un día tranquilo sin casi trabajo, entonces te quedas en la oficina calentando el asiento, pero que no se te ocurra irte a casa.

¿No me digáis que las ideas anteriores no son de sentido común? A mi me da en la nariz que una de las causas por las que estas ideas no se ponen en práctica es porque a los directivos les gusta estar rodeados de subordinados. ¿Hasta ese punto tienen problemas de seguridad en sí mismos que necesitan sentirse superiores en todo momento?

¿No enseñan en los MBAs algo de psicología? Porque desde luego, parece que no saben lo que les gusta a las personas. Tal vez sea que, como muchos de ellos no tienen vida propia fuera del trabajo, creen que para el resto ha de ser igual.

Si pusieran en práctica los consejos de muchos de sus empleados pringaos (entre los que me cuento) todo iría mucho mejor para ellos y para nosotros. Pero parece que cualquier cambio que no implique la disconformidad del empleado no se tiene en cuenta.

"Zetas" de la Pedriza



Domingo 27-5-2012.

Me levanto prontito y me voy con el coche a la Pedriza, dispuesto a recorrer las famosas “Zetas” (tal vez debería poner “cetas”, pero me gusta más así). Dejo el coche en el aparcamiento que hay antes de pasar por la caseta de entrada. Al principio pensé pasar dentro con el coche y así ahorrarme los dos kilómetros iniciales de subida hasta el collado de Quebrantaherraduras, pero luego me dije: “No seas nenaza y sube desde el principio”. Así que empecé a pedalear unos metros antes de la caseta.

Llegué hasta el final del asfalto y empezó el camino de tierra. Al lado, el río Manzanares bajaba con bastante agua, y vi algunos lugares que parecían interesantes para el baño. Espero acordarme de ellos cuando vaya de excursión, aunque seguro que entonces está todo lleno de gente.

Iba bastante confiado en que la subida iba a ser pan comido, pero me equivoqué. Hasta llegar al kilómetro 15 fue todo más o menos bien. Las subidas no eran nada del otro mundo. Al contrario, se subía bien entre las sombras (dónde las había). En más de una ocasión pensé en pararme a sacar alguna foto, pero por no pararme y perder el ritmo, lo dejé para más adelante.

En ese primer tramo me pasaron dos ciclistas a buen ritmo. Imposible seguirles. Bastante tengo con llegar arriba, aunque sea a paso de tortuga.

Ya llegando al km. 15 había un mirador natural desde el que se veía toda la Pedriza. Allí sí que me paré y saque unas fotos (fotos 1 y 2), porque las vistas merecían la pena. Unos pocos metros más adelante salía un camino hacia la derecha que seguía subiendo hacia la pradera de la Nava.
Foto 1.

Foto 2.
Seguí 5 km. más cuesta arriba. La subida se me hizo bastante pesada. El camino era peor que el anterior,  más pedregoso. Al final puse el “molinillo” y llegué arriba. El camino terminaba y a su pie, a unos pocos metros había una pradera muy bonita (foto 3).  No había nadie allí arriba: la peña ciclista que había,  empezó a bajar poco antes de que yo llegase. Así que en mi soledad, me comí mis barritas de cereales y eché una meadita mientras pensaba orgulloso que había salvado un desnivel de unos 1050 metros. ¡Más de 1 km. de subida en vertical!
Foto 3. Pradera de La Nava.
Una vez satisfechas mis necesidades alimenticias y excretoras me puse mis gafitas para que no se me metieran moscas en los ojos al bajar, y pensé que ya se habían acabado mis sufrimientos, que la subida posterior que me esperaba sería pan comido. Me equivoqué una vez más…

Casi nada más empezar a bajar paré a fotografiar la Cuerda de Milaneras con su perfil irregular. Algunas de las rocas parecen estar haciendo equilibrios para no caer, pero allí llevan milenios en esa posición, sin que las tormentas más fuertes las hayan hecho caer (Foto 4).
Foto 4. Cuerda de Milaneras.
Bajé los 5 km. hasta el cruce con la pista principal y en este trayecto me crucé con varios “esforzados de la ruta” que subían y pensé con malignidad: “Je, je,… ahora os toca a vosotros”. Una vez en la pista principal continué bajando y cruzándome con más gente que subía. De repente la cuesta abajo se acabó y empezó a subir de nuevo. Me imaginé que sería un tramo corto, pero detrás de ese tramo venía otro… y luego otro… Esto no se acababa nunca.

Paré a sacar unas fotos al cerro Ortigoso (supe que se llamaba así más tarde, cuando lo miré en el mapa) que tiene una forma muy curiosa en su cima, como de lonchas de piedra superpuestas (foto 5).
Foto 5: Cerro Ortigoso.
Después de la sesión fotográfica me hundí anímicamente cuando vi en la lejanía un camino que subía por otra ladera. En ese momento me di cuenta de que todavía me quedaba subida por delante. Continué hasta llegar a un tramo en el que el camino se ponía horizontal y más adelante cuesta abajo. ¡Por fín un tramo para descansar! Y después una recta con un repecho final que me dejaría ¡por fin! en el collado de Los Pastores. Tiré de molinillo para los metros finales porque estaba ya bastante cansado y llegué arriba. Allí hay unas vistas impresionantes. Sólo por ellas merecía la pena el esfuerzo. Una docena de ciclistas estaban sacando fotos e inmortalizando su gesta. Saqué unas fotos (Fotos 6, 7 y 8) y seguí adelante.
Foto 6. La Maliciosa y los "cohetes" de la Bola del Mundo (pequeñitos a la derecha).

Foto 7: Pantano de Santillana al fondo.

Foto 8: Una de las "zetas".
Al poco tiempo de empezar la bajada, me acordé de que el coche estaba fuera del recinto de La Pedriza. ¡Todavía tenía que subir hasta el collado de Quebrantaherraduras para bajar hasta el coche! Confié en que no me costaría mucho subir hasta allí, ya que sería asfalto en vez de camino de tierra, y seguí dejándome caer cuesta abajo sin dar una sola pedalada.
Foto 9: Pradera de Las Zorras.
Llegué al asfalto dónde están los parkings y poco después me puse a subir otra vez. Ya sólo quedaban unos dos kilómetros hasta el collado y después…cuesta abajo hasta el coche.

Llegué hasta el coche. El parking externo estaba repleto de coches, y una fila de unos veinte coches esperaba para entrar al parque. Unos chavales, con menos materia gris que un mosquito, estaban amenizando al resto de los que esperaban con su música chunda chunda a todo trapo. ¿Se abstendrían una vez dentro del parque de propagar esos sonidos inmundos? ¿meterían la basura en sus bolsas?... Me temo que no. Hay gente que no se merece ni el beneficio de la duda. Me queda el consuelo de saber que esa gente nunca subirá hasta arriba del todo para ensuciarlo.