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martes, 18 de octubre de 2011

25 segundos


No, no es el título de ningún nuevo programa de debates. Me refiero exactamente a 25 segundos de tiempo, cronometrados por mi...

Ayer lunes nos cambiamos de oficina. Todo era nuevo, diferente, fastidioso, y algunas cosas mejor que antes, todo hay que decirlo. Los vasos para la máquina del café no aparecían, algunos puestos de trabajo no eran del agrado de sus dueños, unos se quejaban de calor y otros de frío, otros no tenían conexión de red...Bueno, el caso es que nunca llueve a gusto de todos.

Había una cosa que pensábamos que sería igual que en las otras oficinas: el momento de responder a la llamada de la naturaleza. Ese momento en el que uno se sienta y expulsa toda la inmundicia que lleva dentro. No me refiero a cabrearse con nadie... me refiero a cagar. 

Y es que los nuevos "excusados" tienen una característica que los hace únicos y fastidiosos. No es que estén sucios. No, están como una patena. No es que haya que sujetar la puerta mientras estás dentro porque el cerrojo no funciona. No, el cerrojo es de lo mejor que he visto en lugares semejantes. Tampoco es el olor. Realmente son "inodoros" de verdad. Lo que les convierte en un lugar estresante es el tiempo de iluminación.

Entro al excusado, enciendo la luz y cierro la puerta. Me desabrocho el cinturón y empiezo a bajarme los pantalones, y de repente....¡se apaga la luz! Bien... no pasa nada, como recuerdo dónde está el interruptor, lo pulso de nuevo con la esperanza de que esta vez la iluminación dure un poco más. ¡Pues no! 25 segundos después (cronometrados por mí) la luz se vuelve a apagar. La situación es digna de una cámara oculta: coges papel a toda prisa antes de que se apague la luz, te limpias el ojete y otra vez se apaga; vuelves al ataque y esta vez el apagón te pilla en la tarea de limpieza....

Ayer fue de risa...si no encendí la luz 30 veces, no lo hice ninguna. Hoy he decidido actuar como si fuera ciego, y he procedido a la limpieza del esfínter anal a oscuras, para lo cual he aprovechado el segundo intervalo de 25 segundos para coger un trozo generoso de papel. Después lo he ido fraccionando y utilizando cada trozo para el menester para el que fue diseñado. Para esta tarea no he necesitado iluminación. Después, cuando el sentido del tacto a través del papel ya me ha dicho que aquello estaba casi reluciente, he encendido la luz y lo he comprobado empíricamente con otro trozo de papel. Posteriormente he vuelto a encender la luz (que se había apagado), me he subido los pantalones y he salido. Misión cumplida.

Después de este episodio, al llegar a mi sitio me he encontrado un mail en el que se solicitaba a los empleados que dijésemos que defectos encontrábamos en las nuevas oficinas. He sondeado a mis compañeros para ver si ellos también habían sufrido las consecuencias del viaje en el "váter del tiempo" y me han dicho que sí, que era inadmisible, que no daba tiempo a nada, que te meabas fuera... En fin, que he respondido al mail solicitando que, por favor, aumenten el tiempo de luz para poder estar en paz y en comunión con la naturaleza de una forma sosegada.

Espero que me hagan caso.

1 comentario:

  1. En veinticinco segundos no da tiempo ni a soltar una buena deposición en modo "avalancha". Pero si, además, hay que abrillantar el periano y liberar la taza de zurrapas, la tarea se vuelve completamente imposible. Me imagino que, si mantienen ese breve periodo de iluminación, el interruptor acabará con más zurrapas que la propia taza.

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