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miércoles, 24 de agosto de 2011

Sólo

Ayer disfruté de una experiencia cuasi mística que hacía tiempo que no vivía: Me fui a la piscina sólo y luego estuve leyendo una novela tan ricamente.

Podría parecer una tontería, pero no lo es. Siempre que bajo a la piscina lo hago con mis hijos (de 12, 9 y 6 años) y a veces con mi señora esposa. Me lo paso muy bien con ellos, pero es imposible estar tranquilamente sentado o tumbado leyendo...

- Papá métete al agua conmigo.
- ¡Mira cómo me tiro!
- Papá quítate de mi toalla.
- Tengo sed.
-¡ Álvaro no me deja sentarme en la hamaca! ¡Buaaa!

... y así un largo etcétera.

Así que ayer, después de un bañito, cogí mi toalla, me senté y me puse a leer tranquilamente sabiendo que mis retoños estaban junto con su madre en casa de los abuelos.

No entiendo cómo puede haber gente que siempre esté pendiente de los amigos y no sepa estar sólo. Es una de las mejores sensaciones que pueden vivirse. Por supuesto siempre en su justa medida, reconozco que no me gustaría vivir sólo, pero la soledad dosificada es perfecta.

De todas formas lo mio debe de ser patológico, ya que cada poco tiempo miraba hacia la terraza para ver si ya habían llegado los niños a casa y subir yo. No sé por qué me veía obligado a subir a casa en cuanto llegasen los niños. ¿Por qué a veces uno se siente mal por el sólo hecho de estar pasándoselo bien? Que sentimiento de culpa más estúpido...

domingo, 21 de agosto de 2011

FRASES INFANTILES

REMOLINOS - Verano 2011 -  Maria (6 años)
María: Papá, ¿ves esos remolinos?
Yo: No, no los veo. ¿dónde?
María: ¡Jo! ¡No ves nada1 ¡Ahí delante!
Yo. ¡Ah! Pero eso no son remolinos. Son molinos de viento...


MOLINOS DE VIENTO - Verano 2006 o 2007 - Álvaro (4 o 5 años)
Álvaro: Papá, ¿que es aquello que hay a lo lejos?
Yo: Son molinos de viento para generar energía eléctrica que luego llega a las casas y sirve para que funcionen los aparatos eléctricos.
Álvaro: Mira, hay uno parado. A lo mejor por eso no funcionaba el vídeo en casa, porque le llegaba la electricidad de ese molino.

viernes, 19 de agosto de 2011

PASAR DE LARGO


Me he acordado del viaje del otro día volviendo de Laredo, cuando paramos en el Alto de los Leones, y me he puesto a pensar: Cuantas veces he pasado por aquí y nunca me he detenido a admirar el paisaje...

A pesar de que no era un día del todo claro y ya estaba atardeciendo, se veían todos los pueblos de la zona, el pantano de Valmayor a lo lejos, el Cerro del telégrafo, etc... Y nunca me había parado a mirarlo.

Qué cierto es eso de que no valoramos lo que tenemos. Pasamos de largo por muchos sitios y por muchas circunstancias sin apreciarlas, y seguro que llegará un momento en el que las echemos de menos...si es que nos acordamos de ellas.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Perlita y el Salvareo.

Hoy ya estoy trabajando. Se pasaron las dos semanas de vacaciones y me ha tocado soportar las tonterías de siempre:" ¿Qué tal las vacaciones? ¿Cortas, verdad?". En fin, que la gente no es nada original, pero tampoco puede ir uno mandando a la mierda a todo el que sea poco original, así que una sonrisita, una contestación de compromiso, y a otra cosa mariposa.

Ya se me han acabado las vacaciones hasta Navidad, pero a pesar de ello, este verano ha sido satisfactorio, porque María ha hecho dos grandes avances que yo no creía que fueran a suceder todavía:

  • Ha aprendido a nadar. No ha necesitado cursillo de natación, la pobre se aterrorizaba sólo de oirlo nombrar. Un día que vino una amiga suya de su edad (6 años), le dio vergüenza ver que sabía nadar y ella no, y me preguntó: "Papá, si yo me pongo a nadar, ¿me voy a hundir?". A lo que le respondí como buen padre: "No, y si te hundes yo te sujeto". Visto y no visto. Se lanzó a nadar y un mes después se atreve con todo, ya sea agua salada o dulce, tranquila o con oleaje. Objetivo conseguido.
  • También ha aprendido a montar en bici. En cuanto veía que se inclinaba hacia un lado, a pesar de estar sujeta por mí, se cabreaba y ya no quería seguir intentándolo. Por suerte, una compañera del trabajo me dejó una bici sin pedales para niños, y después de tres veces que montó en ella ya mantenía el equilibrio. Ahora ya monta en bici con pedales, y a excepción de los bandazos que da al arrancar ya se puede decir que sabe montar en bici. Objetivo conseguido.

Sofía se fue la primera semana de Julio a un campamento del colegio en Cuenca. La experiencia le ha gustado mucho y se ha hecho mucho más campestre de lo que era antes. Dentro de poco será capaz de hacer grandes caminatas, así que tendré más fácil convencer a los niños para ir a los Pirineos algún verano.

Pero sin duda, la estrella de este verano ha sido Perlita, la mascota de María durante una semana. A pesar de que siempre les digo a los niños que de mascotas nada de nada, este verano he accedido a que subieran una a casa, pero sólo el tiempo que estuviéramos en la playa, después habría que soltarla.

La verdad es que no  nos ha dado nada de trabajo. Se ha portado bien, no ha hecho ruido y no nos hemos dado casi cuenta de que estaba con nosotros.

María se la encontró por la playa y la cogió. No pude negarme ante su insistencia infantil, sobre todo cuando me dijo: "La voy a llamar Perlita". La vi tan ilusionada que le dije que se la llevase a casa. Así que cogimos agua del mar y pusimos a Perlita en una pecera improvisada con arena y agua.

¡Ah! se me olvidaba: Perlita era una almeja de unos dos centímetros de largo. Ahora ya está en el mar que la vio nacer. Ahora mismo me estoy emocionando al recordarla. Snif.

Otro suceso digno de mención fue el accidente de Álvaro con un pez llamado Salvareo o algo así. El susodicho pez se esconde bajo la arena dentro del agua y tiene tres espinas que le sirven de protección. El pobre Álvaro estaba tan contento saltando las olas y va a caer precisamente encima de uno de estos bichos. Al principio pensamos que se había clavado un trozo de concha o algo así, pero como se quejaba demasiado le llevamos a la Cruz Roja y allí le quitaron el veneno de los dos pinchazos que tenía. Álvaro se quedó tan tranquilo, y con una historia que contar a los abuelos y a sus amigos del cole.

También hemos subido todos al monte Buciero, en Santoña. Llevaba yo años intentando ir otra vez allí, y por fin lo hicimos. Lo que más les gustó a los niños fueron las escaleras que llevaban hasta el Faro del Caballo, a pesar de que sólo bajamos 81 peldaños de los 700 que hay. Estábamos muy animados a ir al año que viene otra vez y bajar hasta el faro, pero después de ver un vídeo en YouTube (http://www.youtube.com/watch?v=3ls9-euO70c) de cómo lo han dejado algunos de los energúmenos que pasan por allí, se me han quitado las ganas.

Bueno, aquí lo dejo. Ya he soltado bastante rollo.